Campanas para los muertos. La última ejecución pública en Asturias (1899)

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La condena a muerte por garrote vil a Rafael González Gancedo, asesino confeso de su mujer y su hijo, causó conmoción en un país que cada vez iba estando menos acostumbrando a la última pena. Hubo peticiones de clemencia a la reina, pero nada pudo hacerse por Gancedo: en el verano de 1899, en Tineo, se convirtió en el último ejecutado en plaza pública de Asturias