Hacía mucho tiempo que quería sentarme a escribir. Sin embargo, por múltiples razones, entre las que no debe ser descartada la propia vagancia sobrevenida tras una larga e intensa jornada de trabajo cualquiera, me autoconvencía de que el momento adecuado aún debía estar por llegar. Éste no fue otro que el de una calurosa tarde de verano, frente a un viejo cuaderno sobre el que tratar de esmerar mi escritura, mi ya oxidada escritura, con una nueva pluma como excusa.
Las líneas manuscritas se tornaban más oscuras a medida que la tinta regaba la cánula de la ya ajada pluma. Una pluma que debía asir de una forma muy ...
No se podía decir que la vida le hubiese tratado mal. Al menos, no tan mal como dejaba entrever en ocasiones. De su familia y amigos tuvo que soportar...
Hacía mucho tiempo que quería sentarme a escribir. Sin embargo, por múltiples razones, entre las que no debe ser descartada la propia vagancia sobreve...