¿Ahora todo va mejor en Europa? Entre el optimismo y la cautela Juergen B. Donges

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Conferencias Magistrales Fundación Rafael del Pino

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El 6 de noviembre de 2017 tuvo lugar, en la Fundación Rafael del Pino, la conferencia de Juergen B. Donges, catedrático emérito de la Universidad de Colonia, en la que pasó revista a la situación de la economía europea. En su opinión, la economía europea está atravesando un buen momento, lo cual constituye un diagnóstico novedoso. Aún persisten algunos problemas, pero su intensidad se ha mitigado, como con el Brexit, en el que ahora no se sabe si los británicos quieren irse de la UE o quedarse. A su vez, las amenazas proteccionistas de Trump se han desgastado. Los riesgos de carácter político, como Corea del Norte, Venezuela o Turquía, tampoco están provocado subidas en la prima de riesgo. Y Cataluña se considera un tema interno de España. Nadie la apoya y el 155 da cierta tranquilidad. Lo único que hay al respecto es un cierto nerviosismo en los organismos internacionales, como el FMI y la OCDE, es que si se prolonga la situación catalana se pueda crear una cierta inseguridad económica y política que dure mucho tiempo. Los aspectos positivos de la coyuntura económica europea se refieren al ritmo de actividad y a la inflación, mientras que los preocupantes están relacionados con la baja productividad en la Eurozona y con las tareas de política económica pendientes en los países que forman parte del euro. La economía europea continúa por la senda del crecimiento, el cual está más equilibrado por países, en el sentido de que ninguno de ellos se está rezagando en la recuperación. Además, el crecimiento viene acompañado de una creación notable de puestos de trabajo y de una reducción del paro. Lo que más gusta en Europa son los buenos datos económicos de España, porque fue un país con muchas dificultades en el que las políticas de saneamiento fiscal y las reformas estructurales han funcionado. Ahora bien, si después del 21-D no se regresa a la normalidad, volverá la prima de riesgo y podría tener un posible efecto contagio sobre otras economías europeas. Los factores que sustentan el crecimiento en la Eurozona son la política monetaria expansiva del BCE, que seguirá así, y las políticas fiscales, que van más en la dirección del relajamiento después de los ajustes que se han producido en las cuentas públicas. Entre los factores de riesgo hay uno insólito, que podría ser Alemania, debido a que los resultados de las elecciones generales han hecho mucho más difícil la formación de una coalición gubernamental estable. Merkel tiene el problema de lanzar una propuesta que sea creíble y aceptable para los liberales y los verdes, los miembros potenciales de la coalición de gobierno junto a la CDU. Sin embargo, las diferencias entre los tres partidos son abismales y pueden conducir a un acuerdo de políticas al mínimo que no es bueno. Por lo que se refiere a la inflación, la pregunta es si su repunte animará al BCE a cambiar su política. Los tipos de interés, en estos momentos, son demasiado bajos. Según la regla de Taylor, tendrían que estar en el 2%, no en el 0,5%, y en Alemania en el 3%. Esto va a crear problemas en forma de burbujas. Por ello, el BCE tendría que abandonar los programas de compra de deuda, etc., pero tiene la duda de si las perspectivas de inflación están lo suficientemente ancladas. Posiblemente tendremos que acostumbrarnos a tener menos inflación en el futuro, debido a la competencia global. De hecho, es eficientemente posible y socialmente deseable que la inflación sea baja. El asunto de la productividad es muy serio, porque la productividad es lo que define los recursos de que dispone una economía para lograr sus objetivos fundamentales. Tenemos un problema de medición, pero también un problema de fondo porque la digitalización no se extiende de forma equilibrada por toda la sociedad. Eso crea malestar y el sentimiento de que muchos se sienten desplazados de la sociedad tecnológica, y esas personas votan. Para afrontar estos problemas necesitamos continuar con las reformas estructurales. Sin embargo, no se han aprovechado los bajos tipos de interés para hacerlas. Numerosos gobiernos confían en que el BCE seguirá financiándoles con su política monetaria. Eso es una mala noticia para la estabilidad de la Eurozona. Muchos esperan, también, que como hay nuevos actores en la escena europea, se pueda impulsar la integración económica. Pero eso solo podrá funcionar si, previamente, se hacen las reformas estructurales pendientes.