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El querer brillar no está mal, de hecho somos llamados a ser luz. Pero es importante no perder el enfoque y la meta que siempre es obedecer y agradar a Dios. Cuando servimos con amor, brillamos para Dios. “¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo.” Gálatas 1:10