Por el río Curueño * Guía de viaje (14/2/2020)

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PISTAS

Society & Culture


Hoy nos adentramos en la hoces del río Curueño, en la Montaña Central Leonesa, acompañados por las leyendas y referencias literarias que tienen que ver él. PISTAS es una colaboración del blog de viajes SIEMPRE DE PASO en el programa "La Brújula de Castilla y León" de Onda Cero Castilla y León. También puedes ver el reportaje que sobre este tema publicamos en el blog: https://siempredepaso.es/?s=curue%C3%B1o La propuesta de esta semana tiene que ver tanto con el cine como con la literatura: hoy propongo una escapada a una bellísima zona de la Montaña Central Leonesa siguiendo derroteros que son tanto físicos como literarios. En concreto lo que sugiero para este fin de semana, por ejemplo, es un recorrido siguiendo las orillas del río Curueño. Una bellísima zona de la Montaña Leonesa hasta la que, desde luego, merece la pena acercarse en cualquier época del año. Pero, ¿por qué está tan relacionada con la literatura? Pues, verás. De entrada, hay una vieja leyenda que cuenta cómo se formaron los dos ríos que atraviesan esa zona de la Montaña Leonesa, el río Porma y el río Curueño. Y dice que en tiempos de la dominación romana Curienno, que era un bravo guerrero de las montañas leonesas, estaba enamorado de Polma, una bella nativa que habitaba también estas montañas. Pero sucedió que la belleza de la joven prendó en el corazón del cónsul romano Camoseco, que había sido encargado de pacificar la región. Sin nada que se lo impidiese raptó a la joven Polma y la encerró en su campamento con la intención de convertirla en su esposa. Curienno, al enterarse, no dudo en bajar desde su aldea hasta el campamento que los romanos habían levantado en las orillas del río Bernesga. Sin ser visto, se apostó en los alrededores espiando cuanto acontecía en el interior y espero a que se produjera una oportunidad para llevar a cabo el rescate. Y ésta se produjo al llegar la noche, en medio del bullicio y el revuelo provocado por los esponsales del cónsul romano. El caso es que cuando estuvo seguro de que el vino y el cansancio habían hecho su efecto sobre los guardianes del campamento, entró en él y se llevó a Polma sobre su caballo camino de las montañas. Una vez descubierto el rescate, comenzó entonces una rápida persecución, hasta que los romanos dieron alcance a los fugitivos en el Pinar de Lillo. El bravo Curienno, acorralado, prefirió sacrificar a su amada antes que entregarla de nuevo al cónsul, dándola muerte con su propia espada. Ante el desconcierto de sus perseguidores continuó su huida hacia el Puerto de Vegarada, donde fue finalmente alcanzado por las flechas de los romanos. Y de la sangre de los infortunados amantes brotaron dos fuentes, una donde murió Polma y la otra donde cayó Curienno. Y de aquellas aguas nacieron los ríos Porma y Curueño que se buscan como pueden a través de estas montañas hasta que llegan a encontrarse de nuevo en la localidad de Ambasaguas. No todos los ríos tienen la suerte de contar con una leyenda tan hermosa como esta sobre su formación. Pero tampoco es la única que tiene que ver con el Curueño. La verdad es que el Curueño es un río afortunado, tan rico en truchas y hoces vertiginosas como en pasajes legendarios y literarios. Y aquí va la segunda... Hasta ahora, una de las leyendas más famosas con escenario entre aquellas hoces es la que cuenta la historia de la dama de Arintero, un pueblecito del Curueño que encontramos situado en lo más alto del valle. Esta historia aconteció a finales del siglo XV cuando andaban a mandobles los partidarios de Juana la Beltraneja y los de los Reyes Católicos por aquello de la sucesión al trono. Sucedió entonces que en ese pueblo tan a tras mano ayer como hoy habitaba un noble anciano cuyo deseo ferviente era pelear por la causa de los Reyes. Ante la imposibilidad física de poder hacerlo, achacado por los males de la edad, una de sus hijas, Juana, tomó la decisión de acudir a la batalla pero disfrazada de soldado. Y fue tanta su valentía y tan destacado su papel en la pelea que su fama, amparada bajo el nombre del caballero Oliveros, comenzó a extenderse del uno al otro confín hasta que en una de las batallas una mala estocada rompe su jubón dejando uno de sus pechos al aire. Descubierta la farsa, se ve obligada a acudir al rey para dar explicaciones. Pero éste, lejos de castigarla por el engaño y conmovido por su coraje, la recompensa a ella y a su pueblo con elevados privilegios. Un premio que no llegará a disfrutar en vida pues, según la leyenda, muere a manos de unos salteadores que la esperaban en el camino de vuelta a casa. Triste final para una historia que ha pasado al folclore incluso en forma de un conocido romance. Una última referencia literaria mucho más actual y que también tiene que ver con el cine señala que hasta estas misas hoces se ha venido a empadronar otro personaje de armas tomar y perfil literario. Nada menos que el Capitán Diego Alatriste y Tenorio, héroe de los Tercios de Flandes y mercenario a sueldo de quien quiera alquilar su espada. O sea, el mismísimo capitán Alatriste de la serie de historias escrita por Arturo Pérez Reverte. Cuenta el actor neoyorquino Viggo Mortensen, encargado de encarnarle en la película que lleva su nombre, que para él uno de los datos clave para poder trabajar la historia de su personaje era localizar el origen de sus raíces y su lugar de su nacimiento. Y dado que el escritor no lo menciona con exactitud en sus libros, el actor se embarcó en una serie de viajes por la geografía de Castilla y León hasta que decidió que si tuviera que señalar un lugar de nacimiento para este soldado español del siglo XVII, bien pudiera ser alguna de las poblaciones que flanquean el discurrir del Curueño, especialmente de la localidad de Valdeteja, en la que recaló el actor por primera vez en una tarde de tormentosa nevada invernal. Y dice el actor que se convenció en seguida de ello, tras fijarse en la forma de ser, de hablar y de pensar de unas gentes que ahora reconocen a este actor como a uno de sus visitantes más queridos. De hecho, Viggo Mortensen acude con cierta frecuencia a esta zona de la montaña leonesa. Y es que, precisamente gracias al trabajo que tuvo que hacer para preparar el personaje de Alatriste y que, como digo, le llevó a recorrer en varias ocasiones toda esa zona de la montaña, ha establecido una relación muy estrecha con la gente de esos pueblos y, muy en especial, con los vecinos de Valdeteja, a donde no es nada raro que haga una escapada cuando se encuentra en España. De hecho, una parada imprescindible para quien se embarque en este viaje por el Curueño literario es el Bar Anabel, de Valdeteja, uno de los sitios donde acostumbra a parar el actor cuando viene aquí y en el que se ven un montón de fotografías en las que aparece en compañía de los vecinos. ¿Cómo podemos organizar este viaje? La verdad es que se nos ha ido el tiempo hablando más de literatura que del viaje en sí, así que, si te parece, otro día hablaremos con más detalle de algunos de los rincones que podemos encontrar en este viaje. De momento, y por si alguno se anima a recorrerlo ya, podemos decir que es tan sencillo como arrancarlo en La Vecilla y enfilar, por la LE-321, hacia Valdepiélago. Después de esta población el Curueño va estrechando su pasillo, al tiempo que deja ver una de sus más valiosas joyas patrimoniales, la calzada romana trazada por éstos para salvar el puerto de Vegarada y comunicar León y Asturias.